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¿Cuándo debería visitar al psicólogo?


¿Te estás preguntando cuál es el momento adecuado de cuadrar una cita con un psicóloga o una psicóloga?

Aquí te explicaré cuándo es importante que puedas visitar a un psicológo debido por ejemplo a cambios radicales en los hábitos y la calidad de tu sueño, falta o exceso de apetito o comportamientos con cambios extremos de temperamento.

Estás son razones de peso que ameritan la visita al psicólogo.

Algo que de pronto puede parecer normal y posiblemente pasajero, podría ser la máscara de grandes problemas que pueden "explotar" en un futuro cercano, como es el caso de la ansiedad o la depresión.

Ambos problemas pueden derivarse en complicaciones para la salud más serios, como por ejemplo en el caso de la ansiedad, la persona tiende a acumular mucho estrés durante el día, lo cual puede desencadenar hipertensión, dolores de cabeza, etc.

Además el afectado puede tender a comer más de lo normal lo cual puede derivar en casos de sobrepeso graso u obesidad.

En el caso de la depresión sucede todo lo contrario y en casos extremos, se puede presentar el riesgo de muerte. Por esta razón es tan importante la visita a un psicólogo o psicóloga.

Muchas personas aseguran jamás necesitar de la ayuda de un psicólogo o psicóloga, diciendo de manera sólida: "nunca pisaré un consultorio de este tipo".

Aseguran que son sólo los enfermos mentales ("locos") los únicos que deberían visitar a este tipo de profesionales.

No obstante, la realidad es que acudir al psicólogo implicar tener la capacidad de reconocer que algo está fallando o faltando en tu vida, y por lo mismo necesitas ayuda, lo cual lejos de ser una actitud desquiciada, es un indicio de cordura.

De hecho, los psicólogos son acompañantes y orientadores, que en procesos de análisis personal o crisis emocionales son la clave para ayudar a resolverlos.

Para resolver los problemas o crisis personales o emocionales de los demás, antes, además de estar a la par con los estudios que el psicólogo realice, el futuro profesional debe someterse a terapias durante cinco años para lograr solucionar sus propias problemáticas antes de tratar a los demás.

Sin embargo, hay personas que no saben identificar las situaciones en las que deben consultar con este profesional, las cuales suelen esconder problemas de depresión, ansiedad, terrores nocturnos, hiperactividad o estrés.

Los especialistas aseguran que si eres una persona que presenta con frecuencia uno o varios de los siguientes signos, debes ir reservando desde ya una cita con el psicólogo:

Signos o síntomas de que necesitas ya la intervención de un psicólogo


1. Experimentas cambios radicales en tu temperamento: un ejemplo claro es cuando adoptas un estado de tristeza profunda, volviéndote además muy irritable y/o insensible, hasta llegar al punto de llorar por todo o sin un motivo que verdaderamente justifique ese llanto.

2. Sientes haber perdido la capacidad de disfrutar la vida con plenitud: Cuando te das cuenta que ya no realizas las actividades que antes te gustaban, como la práctica de algún deporte, tocar algún instrumento musical, salir con amigos, compartir con tu familia, etc. Nada atrae tu interés, porque tiendes a caer con frecuencia en un aislamiento rotundo, lo cual afecta notablemente tus relaciones personales.

3. Notas que tu nivel de energía está siendo afectado: cuando a una persona le cuesta trabajo levantarse para empezar el día, o si al hacerlo debe invertir un gran esfuerzo (debe diferenciarse de la pereza o el mal dormir y la falta de motivación). También puede ocurrir que sufras lo que se conoce en psicología como "inquietud motora", lo cual te impide reposar, realizar actividades de ocio y relajarte, porque sientes que siempre hay que estar haciendo algo o moviéndote. Incluso, si estás sentado, los demás notarán que te frotas o mueves constantemente tus manos o pies.

4. Tienes alteraciones en tu apetito: es posible que comas muy poco con relación a tu ingesta normal o que estés consumiendo alimentos a toda hora y de forma excesiva.

5. Cuando hablas más de lo normal: te cuesta mucho trabajo permanecer callado en lugares como bibliotecas, salones de clase, templos o teatros. O también cuando tomas la palabra de forma irrespetuosa, cuando no escuchas a los demás y además no paras de hablar, lo cual genera cierta molestia en los que te rodean.

6. Compras artículos o adquieres servicios de manera compulsiva o ahorras demasiado privándote de gastos necesarios: aquí puede tomarse como un modo de calmar tu ansiedad, pasando horas "vitrineando" en los centros comerciales y por supuesto gastando. O por el contrario, puedes sentir compulsivamente que si gastas algo te va a ser imposible o muy difícil volverlo a recuperar, por lo cual optas por un "tacañismo" extremo.

7. Duermes muy mal: te cuesta mucho trabajo conciliar el sueño o te despiertas en medio de la noche o "madrugada" y no puedes volver a quedarte dormido(a), por lo cual duermes menos horas de las recomendadas, o inclusive puedes pasarte toda la noche despierto(a) (en vela), lo que produce una gran sensación de agotamiento físico y mental al siguiente día. Otra señal de que tu sueño se ha alterado es que te despiertes frecuentemente con mucho miedo o ganas de salir corriendo, además de tener sueños-pesadillas con estas mismas características.

8. Te enfermas con muchas frecuencia: especialmente de gripe, migraña, diarrea, alergias y otras enfermedades que suelen tener su base en el estado emocional.

9. Cuando no has podido superar algún momento traumático en tu vida: como por ejemplo un robo, un abuso sexual o un secuestro, entre otros. Todo el tiempo se te viene a la cabeza ese mal momento y tu preocupación sobre lo que puede pasar es permanente. Además, evitas y rechazas situaciones, lugares, sensaciones o conversaciones relacionadas con el evento traumático.

10. Tienes ideas catastróficas: siempre estás hablando de cosas "enfermas" o de muertes. En todo momento piensas que algo malo va a pasar, como un terremoto, una accidente de tránsito, contagiarte de alguna enfermedad, etc. Y en todo momento estás viendo el lado negativo de las situaciones sin que se logre si quiera asomar el lado positivo.

11. Quieres crecer más como persona y profesional pero te sientes estancado(a) y no sabes cómo hacerlo: deseas emprender un proceso de autoanálisis para poder mejorar algunas aspectos de tu vida con los que no estas satisfecho(a).

12. Tienes problemas con tu pareja: problemas como conflictos por la influencia de las familias de origen, infidelidad, diferencias respecto a la educación de los hijos o simplemente no te sientes cómodo(a) o feliz con tu cónyuge.

13. Sufres dificultades con el manejo de tus hijos: tienes la sensación de que se te han salido de la manos, de que no te obedecen, que no cumplen las normas ni reconocen tu autoridad. O puede ser que no entiendas la razón por la cual han disminuido su rendimiento académico.

Los tratamientos psicológicos





Muchas personas no acuden al psicólogo porque tienen temor sobre la forma en que van a ser tratados. Aquí hay una gran diferencia con el psiquiatra, pues mientras éste es un médico que puede formular medicamentos, el psicólogo solo utiliza los recursos del propio paciente, recurriendo a los siguientes métodos:

- Terapias conductuales: se usan principalmente con niños o en caso de fobias o adicciones. Se enfoca en moldear la conducta o en exponer a la persona al estímulo que le causa el malestar (desensibilización).

- Terapias cognitivas: buscan que el paciente abandone ideas erradas que le están causando daño para cambiarlas por acertadas.

- Psicología transpersonal: recurre a las capacidades y el potencial del paciente para la resolución de problemas.

- Psicoanálisis: método que se basa en la exploración del inconsciente para que el paciente comprenda las circunstancias que han dado origen a sus afecciones.



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