Enfermedad: Gota. ¿Qué es, qué la causa y cómo se trata?


¿Qué es la enfermedad conocida como Gota o artritis gotosa, cuáles son las causas y cómo sería posible tratarla?

La gota es un tipo de artritis, y uno de los primeros síntomas en muchas personas es un dolor intenso en la articulación de la base del dedo gordo (conocido por muchos como "hálux" o hallux) del pie, que se conjuga con enrojecimiento, calor e hinchazón, tornándose cada una de las características mencionadas cada vez más intensas.

Es tanto el dolor que no se soporta ni siquiera el roce con las medias o con la sábana o la cobija.

En palabras exageradas: hasta el más mínimo ruido, incluyendo el sonido del agua que corre, resulta intolerable para la mayoría de personas con estos síntomas. Este síntoma o tipos de síntomas son muy típicos y cuando una persona los presenta, bien sea en reposo o en movimiento, seguramente forma parte del 3% de individuos que sufre el tipo de artritis conocido como gota.

La gota o también llamada "artritis gotosa" se diferencia de la reumatoide en que el cuadro clínico aparece súbitamente y evoluciona en alrededor de seis horas, es decir no lenta sino rápidamente.

Además, solamente afecta una articulación, no tres o cuatro como la reumatoide.

Pero lejos de tratarse de un problema pasajero, este es un trastorno inflamatorio progresivo que, según algunos reumatólogos, comprende músculos esqueléticos, ligamentos, tendones y articulaciones, principalmente ubicados en las extremidades o miembros inferiores (90% de las veces), como por ejemplo en el empeine, tobillo y rodilla, siendo la más común la del dedo gordo del pie (60% de las veces).

No obstante, en algunos casos también puede afectar extremidades superiores a nivel de las muñecas, los dedos de las manos y los codos.

¿Qué causa el origen de la gota o artritis gotosa?


La gota se presenta cuando el ácido úrico en la sangre, que se produce durante el metabolismo de las proteínas a causa de los procesos catabólicos (de degradación) de sustancias conocidas como purinas, aumenta de forma desproporcionada.

Esto en casos extremos puede bajar el pH sanguíneo de forma exagerada causando shock y posible riesgo de muerte.

En estados crónicos el nivel de ácido úrico sanguíneo puede llegar hasta trece miligramos por decilitro de sangre, cuando lo normal es menos de 7 miligramos, situación que lleva a que se acumule en forma de cristales en las articulaciones o los tejidos, donde puede formar protuberancias conocidas como tofos.

Hay que aclarar que no basta solamente con tener altos niveles de ácido úrico en la sangre para padecer esta enfermedad, pues incluso hay personas que registran niveles casi normales y sin embargo, la padecen.

Dicho esto, también influye de manera preponderante los factores de riesgo y también la presencia de ciertas enfermedades.

En opinión de muchos especialistas, el 90% de los casos tiene que ver con un trastorno genético, en el que falla un transportador que se encarga de la eliminación del ácido úrico a través de los riñones.

El 10% restante se relaciona con un aumento en la producción o síntesis del ácido úrico, asociado a enfermedades enzimáticas como la psoriasis y la leucemia.

En los niños, por ejemplo, esta es la causa más común de gota.

¿Quienes están más expuestos a padecer la enfermedad gota?





Las principales víctimas de la gota son los hombres entre los 40 y 60 años, pues parece que las hormonas femeninas ejercen un factor protector.

Sin que por lo anterior se descarte que la puedan sufrir también las mujeres, en especial durante la menopausia, cuando disminuye la producción de estrógenos.

En el sexo femenino, el sitio más común en el que se presenta es a nivel de las muñecas.

Igualmente, hay una clara asociación entre la gota y el síndrome metabólico: de cada tres pacientes con la enfermedad, dos sufren hipertensión, diabetes, hiperlipidemia (colesterol y triglicéridos altos) u obesidad, patologías que constituyen en este síndrome y que exponen a infarto y trombosis cerebral.

Enfermedades de la tiroides y la paratiroides, arterosclerosis, falla renal, consumo de ácido acetil salicílico o dosis de 100 miligramos e ingesta de diuréticos típica en pacientes hipertensos, son otros factores de riesgo.

Tratamiento de por vida contra la gota





El tratamiento de la gota es vital, debido a que la acumulación de ácido úrico no solamente afecta las articulaciones, sino que también puede causar daños a nivel sistémico, aumentando la probabilidad de generar infartos al miocardio, cálculos renales o patologías cerebrovasculares.

De hecho, la gota es el único tipo de artritis que es curable, aunque por su carácter crónico implica un tratamiento de por vida.

Si no se controla, puede destruir las articulaciones, generando dificultad para estirar o flexionar y gran incapacidad para realizar actividades diarias relativamente fáciles como bañarse o vestirse. Estado en el cual fácilmente se afecta la autoestima pudiendo llegar a la siempre peligrosa depresión.

En su fase aguda se maneja con antiinflamatorios como los no esteroides o los glucorticoides para eliminar la crisis.

También con hipouricémicos, con los que se busca disminuir los niveles de ácido úrico a 5 o 6 miligramos, reduciendo el riesgo de complicaciones.

Así mismo, ya se han creado moléculas que se combinan con los antiinflamatorios, capaces de inhibir las células de defensa (leucocitos) para que no se coman los cristales de ácido úrico en las articulaciones (fagocitosis). Su ventaja es que no generan hipersensibilidad ni alergias, se pueden usar en casos de falla renal y no requieren dosis altas como sí ocurre con otros fármacos.

Como parte del tratamiento se recomienda llevar un estilo de vida saludable, con lo cual se pueden lograr reducir las dosis de fármacos al mínimo.

Así, sumando los medicamentos a la práctica de ciertos hábitos, se calcula que el riesgo de sufrir la fase crítica de la artritis gotosa se disminuye hasta en un 50%. Para ello se recomienda:

- Mantener controlado el peso graso.

- Regular la ingesta de carnes, tocineta, vísceras (o caldos a base de éstas), mariscos (almejas y mejillones principalmente), fríjoles, lentejas y frutas como la manzana y la mandarina.

- Hacer ejercicios físicos de tipo aeróbico y máximo aeróbico-anaeróbico (nunca meramente anaeróbico a menos que el médico de luz verde para ello) de forma regular y por un período de 30 a 60 minutos aproximadamente.

- Evitar el consumo de licor, sobre todo el consumo de cerveza.

Las fases de la gota o artritis gotosa





Gota aguda: se presenta en una articulación y de un solo lado del cuerpo (monoarticular).

En esta etapa la persona tiende a automedicarse con antiinflamatorios que inicialmente surten un buen efecto y por lo mismo no se acude a consulta médica.

Período intercrítico: etapa libre de síntomas, en la que si la persona no recibe tratamiento comienza a presentar crisis a repetición. Cada vez la respuesta a los antiinflamatorios es menor.

Tofácea: que compromete también las articulaciones de los miembros superiores. En este caso el dolor es permanente, hay tumefacciones y formación de grandes protuberancias (tofos). Como ya es un estado avanzado, no mejora con antiinflamatorios. Suele ser la etapa en la que la mayoría de pacientes acude al médico.

Pruebas para determinar si existe o no riesgo de padecer gota:





En presencia de los síntomas y la confirmación del ácido úrico alto, el diagnóstico es sencillo. Requiere de la realización de una o varias de las siguientes pruebas:

Examen de ácido úrico: los resultados no pueden ser mayores a los 7 miligramos por decilitro de sangre. Aunque un 30% de los pacientes puede arrojar resultados normales.

Pruebas de funcionamiento renal: en las que se miden los niveles de creatinina y bun, sustancias presentes en los riñones.

Prueba de inflamación: para calcular la velocidad de sedimentación globular y la proteína C reactiva.

Cuadro hemático: a través del cual se verifica que las células sanguíneas estén en orden.

Radiografía: de articulación que está comprometida. Se hace en estados crónicos (gota tofácea).

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