¿Por qué se producen las hernias en los recién nacidos y en los niños pequeños y cómo se pueden evitar?
A veces los recién nacidos o en años posteriores (en la niñez) presentan alguna protuberancia o abultamiento en la zona inguinal o a nivel del cordón umbilical, lo cual debe ser una señal de alerta.
Esto se debe principalmente a un defecto en los músculos de la pared abdominal, lo puede ocasionar que el intestino se salga de su sitio, por lo cual se forman dichos bultos o protuberancias.
Es el peritoneo el tejido que se "rompe" debido a esto, siendo aquel que cubre las vísceras intestinales, formando sacos o bolsas que pueden contener o no el intestino.
El origen de este tipo de hernias es congénito, pero no se conoce la causa exacta de la falta de cierre de dichos orificios, que más allá de ser algo estético, pueden causar complicaciones que comprometen la vida del recién nacido o del niño.
Entre las complicaciones se puede encontrar el "encarcelamiento" en el que el intestino se queda atrapado en la hernia, lo que puede producir obstrucciones intestinales.
También está el riesgo de estrangulamiento, en el que el "atrapamiento" del tejido intestinal causa que éste no pueda recibir el flujo sanguíneo y por ende la oxigenación necesarios, lo que puede llevar a que se necrose, o en otras palabras "a que muera".
De lo anterior se deduce que es indispensable diagnosticar las hernias a tiempo, para poder proceder a realizar la cirugía correspondiente, lo cual es la única opción de tratamiento.
Este es uno de los mayores procedimientos quirúrgicos que se realizan con mayor frecuencia en la infancia.
Hernias inguinales en bebés y niños pequeños
Se localizan en la parte inferior del abdomen y pueden presentarse a uno o ambos lados de la región inguinal, hacia el escroto en los varones y en la zona inguinal en las niñas.
Este tipo de hernias puede producir complicaciones series, principalmente en el primer año de vida, por lo cual deben ser intervenidas lo más pronto posible.
Los síntomas típicos son:
- Abultamiento.
- Dolor en la zona.
- Inflamación en la zona.
- Cambios de color en la piel (rosada o morada).
- Vómito.
- Ausencia de deposiciones.
- Cólicos en la parte baja del abdomen.
Con el llanto, la tos o la fuerza que hace el niño al defecar, los padres pueden detectar estas protuberancias.
No se debe colocar fajas creyendo que ayudarán a controlar las hernias abdominales o umbilicales.
Esto no cambia en nada la evolución de la enfermedad, y de hecho podría empeorarla.
Hernias umbilicales en bebés recién nacidos y niños pequeños
De acuerdo a muchos especialistas, este tipo de hernias son las más frecuentes en los niños, predominantemente los de raza afro-descendiente.
Se sabe además que en su origen se encuentra involucrado un componente familiar.
Protruyen por el ombligo, donde se ubica el cordón umbilical, pero tienen menos riesgo y complicaciones.
De hecho, en su mayoría, casi en el 80% de los casos, cierran espontáneamente durante los primeros dos años de vida o máximo a los 4 años.
Pero si esto no ocurriera, hay que proceder a la operación, cerrando el defecto y fijando el ombligo.
Los únicos casos en los que no se da este tiempo de espera es cuando la hernia es tan grande que el orificio no cierra, lo que puede causar mucha molestia.
El procedimiento es ambulatorio y en cuestión de 7 a 8 días el paciente estará completamente recuperado.
Los síntomas más comunes que indican que un recién nacido o un niño pequeño presentan algún tipo de hernia son:
- Dolor intenso en la zona.
- Obstrucción intestinal.
- Vómito.
- Ombligo brotado, lo que es motivo de rechazo y estigmación.
OTROS TIPOS DE HERNIA MENOS COMUNES.
Hernias abdominales.
Son propias de los niños más grandes, pues pueden aparecer en cualquier momento de la vida. También pueden surgir en adultos.
Se corrigen mediante cirugía, de carácter ambulatorio con un pronóstico positivo. Las señales más comunes son el abultamiento y dolor abdominales.
Hernias diafragmales.
Se diagnostican cuando existen defectos en el músculo que separa la cavidad torácica del abdomen.
Pueden detectarse durante el control prenatal, cuando se observan vísceras en el tórax que pueden comprometer el funcionamiento de los pulmones y en sí la vida.
En estos casos debe darse un manejo interdisciplinario a veces con ventilación mecánica.
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