¿Qué son las defensas en nuestro cuerpo y cómo actúan: sistema inmune?


Las defensas son la barrera natural del cuerpo para evitar o neutralizar el ingreso de agentes patógenos externos como bacterias y virus, así como el desarrollo de enfermedades que puedan tener otros orígenes, por ejemplo las de carácter genético o algunas enfermedades No transmisibles.

Existen diferentes tipos de células protectoras creadas y entrenadas en el sistema inmune del cuerpo, siendo todas con el propósito de mantener estable la salud de cada persona, protegiéndonos de infecciones respiratorias como el resfriado común, gripe, neumonía, entre otras.

Tener un buen funcionamiento del sistema inmune y por ende un alto número de defensas, es clave para mantener una buena salud en general.

¿Cómo funcionan las defensas de nuestro cuerpo?


Las defensas se encargan de contrarrestar los efectos producidos por bacterias y virus u otros agentes agresores externos, que logran ingresar al cuerpo en ciertos momentos en el que, por distintos factores, nuestro organismo se encuentra vulnerable o expuesto.

Al encontrar una vía de entrada, los agentes patógenos e infecciosos ingresan al cuerpo y destruyen las células que se encuentran a su paso, desencadenando una serie de respuestas inflamatorias.

Las células muertas envían rápidamente una señal de alarma al sistema inmune, indicándole que debe producir y enviar anticuerpos para combatir la invasión microbiana, viral o de otro tipo, para evitar de esta forma complicaciones orgánicas graves.

¿Qué sucede cuando se activan las defensas?


Cuando nuestro sistema inmune activa y envía defensas a donde son requeridas, es normal sentir fiebre, tos, estornudos, entre otros síntomas.

Esto significa que el mecanismo inmunológico del cuerpo está funcionando correctamente (que está activado) y se ha dado inicio a la pelea entre los anticuerpos del sistema (defensas) y los agentes patógenos externos que intentan causar algún tipo de enfermedad (antígenos).

¿Qué activa el sistema inmune o inmunológico?


Existe una gran variedad de elementos que pueden poner en riesgo el correcto funcionamiento de nuestro organismo.

Las defensas se encargan de mantener el cuerpo libre de virus y bacterias que puedan producir enfermedades como la gripe, congestión nasal, rinitis, sinusitis, entre muchas otras.

Aunque los virus relacionados con la gripe son los más comunes, también se destacan aquellos que afectan el funcionamiento a nivel gastro-intestinal, que alteran la absorción de nutrientes, y al mismo tiempo pueden causar cambios severos en el estado de ánimo y la apariencia de la persona.

También hay otros que afectan directamente la salud de la piel.

¿Cómo tener buenas defensas?


El sistema inmune cuenta con distintos métodos para fortalecerse con el paso del tiempo, teniendo en cuenta la inmunidad innata, que es con la que nacemos, y la inmunidad adaptativa, aquella que se madurando con el tiempo frente a las experiencias previas de infección o contacto previo con agentes patógenos externos.

Practicar ejercicio de manera regular ayuda a que los cambios adptativos en nuestro sistema inmune sean positivos, aunque se debe tener en cuenta entrenar según el nivel de cada persona y no sobreejercitarse.

Además de una buena alimentación, descanso y correctos períodos de recuperación.

Los expertos señalan que es casi imposible reducir la exposición a agentes infecciosos externos como virus y bacterias, debido a que éstos están presentes en todos los ecosistemas del mundo.

No obstante, también mencionan que es posible incluir, en la vida diaria, hábitos que permitan fortalecer el sistema inmune y, de esta forma, tener una vida sana y con mejor calidad en cuanto a la salud.

La mencionada práctica de ejercicio, una alimentación sana, buenas horas y calidad de sueño, y tratamientos médicos, son los principales factores que aumentan las defensas de nuestro organismo.

Es posible ayudar al organismo por medio de tratamientos de origen natural que buscan, en primer lugar, prevenir el surgimiento de infecciones mediante el fortalecimiento del sistema inmune y, por otro lado, mitigar el proceso infeccioso cuando los agentes externos logran ingresar al cuerpo, haciendo que las enfermedades sean más fáciles de afrontar.

Tratamientos como la quiropráctica y terapia neural, que incluye la inyección de agujas o la presión en ciertos puntos de nuestro organismo que estimulan el sistema inmune para la producción de defensas, son los más utilizados.

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